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domingo, 29 de abril de 2007

¿Suspensivos o a parte?



¿Qué somos? ¿Hombres y mujeres? ¿A caso somos?
Quizá la utopía de un mundo mejor, utopía que no existe sin su palabra y que se ha perdido en ese espacio en el que el ser no existe, peor... nunca existió.
La palabra no tenía quien la gritara y se desvaneció en un tener imposible, porque la ausencia se comió todos los espacios de la posibilidad, entonces nada podía ser/ estar/ tener/ amar.
¿Y aún quedaba la esperanza de ser hombre y mujer?
De repente renace la utopía y se cuela en el fondo de maravillosos cerebros andantes y danzantes pero encarcelados.
Crece la utopía y regresa el habla y la existencia, se alaba al aire, el cual sería nada bajo la ausencia de su nombre, no se expandiría de no haber quien lo respirara.
Los cerebros oscurecen; recuerdan episodios que jamas ocurrieron.
La angustia regresa, acompaña a la nada en la cual la utopía es devorada, se expande sin límite hasta caer al vacío.
¿Seguimos siendo hombre y mujer?
Tal vez no hemos descubierto que también somos ausencia; somos sin ser, padeciendo el tener que vacía al instante y nos funde con la nada...

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