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jueves, 5 de abril de 2007

La Ventana

¿Abierta o cerrada? Cómo saberlo cuando el horizonte es lo que hay detrás y por dentro a veces sólo se ve un sendero, que tal vez se abrirá y llenará el valle con sus vivencias pero ante los ojos temeroso se va haciendo estrecho...
Es la ventana en la que muchas charlas se han gestado y algunas lágrimas se han derramado, acompaña los minutos de la tarde cuando el sol cae e ilumina los pequeños rincones del día a día, que invade a la monotonía con posibles sueños de una noche lejos de los espantos y las heridas que tantas veces han causado daño.
No es sólo la apertura ni la vista de los que han quedado atrás, no es siquiera la posibilidad de salir y correr en algún otro mundo lejos del pasado perseguidor/ aterrador/ entristecedor... ¡No! No es eso, es todo, es la vida misma que en esa ventana se gesta y muera, crece y se desvanece y aún así continúa con su súplica a los vientos para que no olviden entrar por allí y levantar, como una pluma, las decisiones y las voluntades de los que aún no han mirado a través de ella.
Es la compañía en las noches con un vaso en la mano, mientras los recuerdos se esfuman en el humo del tabaco que no hace bien pero alivia la angustia del sentirse finito en un mundo de infinitas posibilidades, que como posibilidades no son reales hasta que se convierten en realidades y nos muestran que de tal infinitud sólo quedó el vestigio porque la contingencia regresó con la etiqueta de la muerte, no sólo del cuerpo, del día, del amor, de los sueños, de las canciones que nos hacían soñar con una vida distinta... y claro que fue distinta pero no fue la que se soñó cuando a los cinco años se pensó que esa infinitud hacía parte del ser humano y la muerte no era un pensamiento recurrente, o tal vez sí pero no había conciencia para conocer la frialdad que ella trae debajo de su brazo.
Se hace tarde y no llegará la noche, porque ella sólo acompaña a los amantes que reflejan sus pasiones en el cielo oscuro, ese que oculta lo indiscreto a los ojos perdidos en la moralidad del deber. Pero ese cielo es el cómplise para que una vez más llegue la mañana y tal vez traiga consigo la mirada, la voz, la piel de una vida a aquellos que aguardan por su realidad aunque jamas será infinita.

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