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domingo, 29 de abril de 2007
¿Suspensivos o a parte?
Ante la muerte...
Telarañas
Entraste por ese pequeño espacio que dejó tu vida ante la mirada de otros, ese espacio que poco a poco se fue cerrando y amarró los sueños que alguna vez fueron propios, fueron el motivo de las sonrisas y la posibilidad de la vida.
La historia no pudo ser contada, no había mucho que contar, sólo laberintos y laberintos que olvidaron la luz en algún lugar de la mañana y espantaron a las mentes hostiles que creían todo saber y todo poder. Ellas también se perdieron con la entrada y aprendieron a vivir en un mundo paralelo en el que pocas veces había gotas de lluvia calmando la sed.
Fue la vida que llegó, tal vez no la que se deseó, pero el deseo no importa cuando la realidad se hace presente entre las tristezas de una cama vacía, de una mañana fría y el amor partido por la distancia de la soledad. La vida saludó con la sonrisa dibujada en cada uno de sus instantes, demostró que ella toma decisiones y ella elige los caminos. ¿El resto? Sólo es parte de ese teatro que ella ha montado para satisfacer su tan aburrido día, su tan anhelada libertad.
¿Y el laberinto? ¿Y el espacio cerrado? ¿Para qué saber de ellos si ya están perdidos? Sólo son la ilusión de aquellos que aún creen en encontrar una salida, una mejor opción y un mañana diferente, hasta que descubren que cada tramo se repite como en un eterno retorno de los cuerpos incapaces de levantar la cabeza y regalarse al viento. No hay salida, sólo aceptación de la situación... ya verá quién entra en ese túnel, enloquecerá pero tendrá una motivo para cada día levantar los brazos e intentar caminar.
Otros, simplemente reconocen el final y aceptan que es mejor que llegue la vida, dance y juegue con los cuerpos hasta el día que decida irse de nuevo para dejar todo en el estado que algún día lo encontró, porque aún ella sigue siendo así, no cambia aunque el tiempo relativo pase o los hombres crean que harán la diferencia.
viernes, 13 de abril de 2007
El Ancla
Las historias tímidas pueden no terminar bien y las de amor suelen tener tramos de maldad... quizá es mejor echarse a dormir y olvidar por fin que un día se quiso volar. Podemos pensar en descansar y tal vez la cama sirva para arrullar los sueños ajenos.
Aún así, pocas veces se puede amar en dos ocasiones y menos cuando se ha entregado la vida hasta el destierro, suele ser mejor salir a embrigarse y convencer a las sábanas que olviden su alergia a la madrugada.
No es cuestión de atender las cartas quemadas ni saber si alguien las quiere tener... la soledad se convierte en compañía como alguien lo aseguró alguna vez y puede ser el camino hacia una felicidad partida.
Se envuelven los engaños en sonrisas que no calientan los ricones de las hadas y quién responde por las pérdidas y el dolor del abandono que poco a poco se cuela por entre las rendijas que ya no evitan el paso del tiempo ni del viento lejano, de los gritos que llaman a la desesperación y esconden la claridad de la aurora clandestina.
¿En dónde se encuentran los faros? ¿En dónde hallar el muelle que calma las ansiedades de los pasajeros? La tierra se acorta, se desvanece y aún se puede sobrevivir en un puente.
domingo, 8 de abril de 2007
Desorientado
Una mañana gris, danzando con las lágrimas que han quedado sin salir... quizá aún haga falta encontrar las palabras que no se pudieron decir, pero llega el "blues" y se sienta junto a mí, susurra que no me dejará ir.
En dónde están las voces inocentes que solía escuchar, los colores que acompañaban mi pintar, se han ido y no los puedo hallar.
Los cuentos de princesas ya no los puedo atesorar porque las mañanas llegan con sus sueños y no me dejan escapar... es el gris de los días tristes, de los ojos ausentes y de las sonrisas amadas por los pequeños duendes de la madrugada.
No es suficiente con despertar, los ángeles han partido a otro lugar, donde el amor es posible en un mundo de fantasmas clandestinos y cantos fugaces.
Seguir el camino sin posibilidad de mirar las luces de la noche y aún así puedo recoger las flores rotas que dejaron las máscaras del pasado sobre una mesa vieja, amante de lo olvidado.
Espero, quizá es lo único que tengo: la espera infinita de una nueva visita a este rincón que se niega a morir en el espanto de al consideración... tal vez morirá y aún así la mañana gris regresará.