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lunes, 12 de abril de 2010

Se pasó el tiempo

Han pasado años desde la última entrada y qué hacer con el tiempo que pasa y que no alcanza? Estuve leyendo a alguien que conozco pero al mismo tiempo no, y me gustó mucho lo poco que leí, entonces me dije, tan bacano volver a escribir, pero no tengo tiempo, el ritmo del día a día ya no me deja dedicarme un tiempo a las letras y como siempre termino escondiéndome entre el quehacer diario y las excusas que no faltan. Pero a la larga para quién escribe uno? para uno mismo, si se cuenta con la suerte de que alguien más lea las palabras que se posan sobre el papel, aunque sea papel virtual, eso ya es una ganancia grande, pero el ejercicio de la escritura, como el de la pintura, e incluso el ejercicio físico, es algo que se hace por y para uno mismo, como una necesidad o como una rutina que se va apoderando del diario y que no se puede dejar a un lado.

Así era para mi cuando escribía y escribía, hasta que, de un momento a otro, me vi envuelta entre otros vientos y con un cotidiano que utilice como pretexto para no volver a reposar sobre la página en blanco. Siempre con anhelos y con nostalgia de una vida que había sido, con otra que no fue, con la que estaba viviendo y esta que construyo en el momento presente... lo cierto es que el tiempo pasa y pasa y entre momentos que no se viven y momentos que se van, se sigue pasando y el deseo de ser si quehacer y del quehacer sin ser.

Entonces me pregunto, cómo hay que escribir? Qué dicen los sabios que es un buen escrito? Y no sé, ya no tengo respuestas para eso, la filosofía parecía tener respuestas importantes para todo, pero lo cierto es que ante la realidad, ante los hechos, a veces tanta racionalidad se queda sin piso, me doy cuenta que no HAY que escribir y que no HAY buenos y malos escritores, porque aquellos que me parecen patéticos cuentan con miles de lectores y tal vez uno que me gusta más no ha logrado publicar ni una línea. Así, el ejercicio de la lectura debe llevarse a cabo para uno mismo y quitarse de encima tantas pendejadas y preconceptos que terminan contaminando aún más los ya consabidios temores que logran alejarnos de eso que creíamos inamovible en nuestra vida.