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martes, 11 de enero de 2011

En una calle...


Desencuentros con tu sombra tuve muchos y de muchos tipos, tuve tantos que me cansé de perseguirte y llamarte, de buscarte entre la bruma que se acostaba sobre las calles de la ciudad y me agobiaba con su espesor y hedor.

 Para desplantes se acabó la vida y sus oportunidades, para la desdicha descubrí que no tenía tesón ni ganas de intentos fallidos, me cansé de esperar en una esquina sin esperanzas y de llamar con una voz vaga sin tonos ni llantos. 

Es así la realidad de una vida sin amor, un niño que no nacerá y un árbol que ha muerto antes de echar raíces y coronar la flor. 

He sabido escapar de los tentáculos oscuros de tus mentiras y sortilegios, he sabido esconder mis manos de los vientos gélidos del sur y poco a poco he descubierto que las miradas son parte de los embustes tantas veces repetidos y en ocasiones creídos. 

No, no, no! yo ya no creo en el cielo rosa, ni en el ladrido de los lobos mansos…. La luna oculta la crueldad del metal que en mis manos se funde y quema las pocas ganas de ilusión y la belleza escasa que un día pude inventar en ti. 

Es mi manifiesto de libertad el que te he decidido dejar, en esta noche oscura de un invierno ajeno, que mañana renacerá y pronto o tarde sin ti me dejara.

Aún no lo sabes pero ya te empiezo a dejar, olvídate de buscarme, pues ya no me hallaras; es tu estupidez quien te acompaña y te guía en esta vida extraña de la que yo prefiero ser la arpía. 

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