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domingo, 24 de junio de 2007

Largo el metraje


Se acaban los lamentos que regresan con el río, que se arrancan de las paredes y lloran la despedida que se desvanece en el puño cerrado, incrédulo y temeroso por perder su conocimiento y abandonar los carruajes por corceles tirados... cómodamente anclados.
Se pierden esas velas que con sus luz recrean sombras blandas, sonrisas inexploradas y un ritmo pesado que danzando se iba quemando..
¿Qué dirán las voces de los callados?
¿qué dirán las miradas de los escondidos?
Tal vez lo que nunca fue real y entonces aparece sin cesar, como única fabricación de una mente marchita y cansada, agobiada y anciana.
No se oirán más lamentos porque Dios ha abandonado hasta a sus fieles ángeles; ya no queda tiempo para enjuagues ni saxos melancólicos que invaden las sábanas cansadas de esperar, arrulladas por telarañas lunares y falsas mañanas felices que mueren en el encanto de un expreso vacío y enjuagado en el frío del verano, vencido por un invierno perdido.
Se acaba el tiempo del pasado y del futuro inalcanzable, se acaba el horizonte insondable y amenazante... la venganza no preparada resulta más lenta y mejor pagada, se realiza y baila entre los velos de las angustias caídas que endulzan las tristezas y enmarcan la noche callada que al fin se posa sobre la ventana.
Termina, termina la falsa escultura que con la lluvia ha perdido fortaleza, los poros de la piedra han quebrado la dureza que antaño sostenía su franqueza.
Se acaba y el adiós se hace largo cuando un lamento regresa su mirada para reconocer que nunca fue ese su espacio.

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