Pasé esta mañana en frente de ti, te vi y cegué mi mirada para poder seguir.
No digas que me escondo ni sueñes que te pienso, sólo has de saber que huyo de tus huesos.
No vengo a tocar, ni intento cabalgar, paso sin pasar y sé que no hay una sola verdad.
Entonces, calla tus palabras y déjame escuchar, los llantos me envenenan y no te quiero ni tocar.
Vuelve sobre tus pasos, vuelve a tu lunar, olvida ya mis ojos y permíteme soplar.
No vuelvas sobre el viento, no dejes de buscar, anoche estaba el cielo y hoy he vuelto a despertar.
Dime si te duelo, dime dónde te hiero, dejarte la sal es lo que quiero y abandonarte si chistar.
No creas en piedades, ni sonrisas de tenderos, hay un único puerto que no has sabido conquistar.
La arrogancia me complace y te ha de destrozar, no hay complicidad en la vergüenza ni pequeñas flores rotas.
He dicho que te vayas e insistes en voltear, tendrás corteza extraña para quererte destrozar.
No eres tu quien decide olvidarte del portal, porque has perdido batallas y perderás aún el mal.
Adiós te he dicho, adiós sin un vals, quédate pequeño que yo te he sabido superar.
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